Fue en 1846 cuando uno de los mayores temores de la humanidad, el dolor de la cirugía, fue eliminado gracias a la anestesia.
Veremos aquí una revisión histórica sobre la anestesia y las diferentes formas de eliminar el dolor.
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¿Qué es la Anestesia?
Anestesia proviene del griego y significa «falta de sensibilidad«.
La definición técnica de la anestesia sería: el uso de medicamentos para evitar la sensación de dolor u otra sensación durante la cirugía u otros procedimientos que pueden ser dolorosos.
Dado en forma de inyección o a través de gases o vapores inhalados, diferentes tipos de anestesia afectan el sistema nervioso de diversas maneras al bloquear los impulsos nerviosos y, por lo tanto, el dolor.
El Inventor de la Anestesia
Cuando se discute quién fue el inventor de la anestesia general moderna, un nombre destaca entre todos los demás, Thomas Green Morton (1819-1868).
El Dr. Morton era un joven dentista de Boston que había estado buscando un agente mejor que el utilizado por muchos odontólogos hasta ese momento para las extracciones dentales, el óxido nitroso.
Morton había creado un dispositivo inhalador de éter a partir de varias experiencias con el uso del éter inhalado para hacer extracciones dentales sin dolor.
Con este dispositivo inhalador, Morton diseñó la primera máquina anestésica de la historia.
Su máquina usó un globo de vidrio simple que albergaba una esponja empapada en éter.
El paciente simplemente inhalaba los vapores a través de la salida del globo para lograr el estado de intoxicación necesario para no sentir dolor.
Para saber más sobre el éter visita: Éter qué es.
¿En qué Año Se Inventó la Anestesia?
Imaginando la posibilidad de una cirugía sin dolor, el dentista solicitó una autorización para probar su dispositivo en una cirugía más grande.
El 16 de Octubre de 1846, en la ciudad de Boston, Estados Unidos de América, el cirujano John Collins Warren tenía una operación con un paciente, un niño de 17 años llamado Gilbert Abbot, que tenía un tumor en el lado izquierdo de la mandíbula.
Thomas Green Morton participó de la cirugía y se llevó a cabo sin que el paciente aparentemente se moviera o se quejara, para gran sorpresa del cirujano y del público.
Fue considerada un éxito y la primera experiencia concreta de la anestesia general.
Por supuesto que mucho antes el hombre ya había experimentado diferentes productos con efectos analgésicos, narcóticos e hipnóticos, como los son los opiáceos, el beleño y la mandrágora.
Asimismo, también se había ensayado el propinarle un fuerte golpe al paciente para noquearlo y operarlo aprovechando el estado de aturdimiento producido por el fuerte golpe.
También se había recurrido a los efectos de la ingesta de abundante alcohol etílico para mitigar la intensidad del dolor en los pacientes durante los procedimientos quirúrgicos o en sus distintos padecimientos.
Sin embargo, ninguna sustancia o remedio había resultado lo suficientemente eficaz en el control del dolor hasta el descubrimiento del éter por Morton.
En los procedimientos quirúrgicos los pacientes se movían tanto que el cirujano tenía, por obligación, que realizar la cirugía lo más rápidamente posible.
Además tenía la necesidad de sujetar fuertemente al paciente, ya sea atándolo previamente o bien sometiéndolo con la ayuda de varios ayudantes, resultando las operaciones un acto sumamente sangriento, temido y horripilante, amén de la elevada mortalidad secundaria al choque hemorrágico o a los procesos sépticos postoperatorios.
Todo esto fue anterior al uso del éter por Morton, por eso se considera realmente la primera anestesia efectiva y controlada la que practico Morton el 16 de Octubre de 1846.
Thomas Green Morton, por primera vez, utilizó el éter para realizar una cirugía en el Hospital General de Massachusetts como hemos visto y por este motivo se le considera el padre o inventor de la anestesia moderna.
Decimos moderna, porque antes ya se habían utilizado otros métodos, aunque no con los resultados tan excelentes como con el éter.
Veamos ahora un resumen de la historia de la anestesia.
La Historia de la Anestesia
Los primeros remedios para reducir el dolor en el hombre se encuentra en registros muy antiguos, casi tan antiguos como la civilización misma.
Los asirios comprimían la arteria carótida (una arteria que riega el cerebro) a la altura del cuello provocando que llegase menos oxígeno al cerebro y un estado de coma que evitaba el dolor a los pacientes que necesitaban cirugía.
Los sumerios, de Mesopotamia, cultivaron la adormidera ya en 3400 antes de cristo (ac).
Los sumerios pasaron esta «droga milagrosa» a los asirios que a su vez pasaron el opio a los babilonios.
Luego, los egipcios aprenderían el valor del opio, como veremos más adelante.
En la ribera del Tigris y del Éufrates también utilizaban narcóticos vegetales, como la mandrágora, el cáñamo y la adormidera.
La mandrágora y el cáñamo indio o el hachís eran tratamientos de alivio del dolor comunes y relativamente efectivos.
La Mandrágora proviene de la planta Mandrake, que está relacionada con la familia de la patata.
El hachís es un producto narcótico compuesto de preparaciones comprimidas o purificadas de glándulas de resina acribilladas, llamadas tricomas, recogidas de los brotes de la planta de cannabis femenina.
El opio es un narcótico altamente adictivo, usado antes de Cristo, y que era un derivado de la planta Papaver somniferum.
Era un remedio muy popular para aliviar el dolor y provocar euforia.
El opio fue muy popular en todo el mundo antiguo y premoderno debido a su éxito en ayudar a aliviar el dolor.
El conocimiento y el uso del opio fluirían desde Egipto a través de las rutas comerciales del Mar Mediterráneo hacia diversas civilizaciones, incluidos los fenicios y los griegos.
Alrededor del año 460 aC, el famoso Hipócrates, «Padre de la Medicina», reconoció el opio como narcótico y astringente en el tratamiento de enfermedades para evitar el dolor.
Usaba la llamada esponja soporífera.
Este sistema consistía en la combinación de mandrágora, beleño y opio.
Más tarde, alrededor de 330 aC, Alejandro Magno y sus ejércitos introducen el opio a la población de la India, Persia y otros reinos del Oriente Medio y Medio Oriente.
China y otras civilizaciones orientales aprendieron sobre el opio de los comerciantes árabes alrededor del 400 después del cristo (dc). Los sanadores de salud y los médicos reconocieron el valor del opio para controlar el dolor.
Sin embargo, las cualidades adictivas y eufóricas del uso del opio causaron problemas crecientes para todas las civilizaciones.
El comienzo de un uso más efectivo, más controlable y menos dañino de un analgésico comenzó a partir de la década de 1800.
El siguiente salto en la anestesia fue el óxido nitroso (N2O) también conocido como protóxido de nitrógeno o gas hilarante o de la risa, un gas incoloro e inflamable de olor dulzón.
Descubierto a finales del s. XVIII por el químico y ex-sacerdote británico Joseph Priestley, no fue hasta 1840 que se empezó a utilizar como anestésico en cirugías, ya que inicialmente Priestley pensó que el óxido nitroso tendría utilidad como agente conservante, cosa que resulto no ser cierta.
Ya en 1800, Sir Humphry Davy (17 de diciembre de 1778 – 29 de mayo de 1829) pudo haber sido la primera persona en dar a conocer lo que ahora se conoce como la ciencia y la medicina de los anestésicos.
Davy, era un respetado y prolífico científico, químico e inventor, al que se le atribuye la fabricación de la primera lámpara de arco que se utilizó como lámpara de minería para ayudar a los mineros a ver las profundidades de la tierra.
Trabajaba en la Pneumatic Institution de Bristol (Inglaterra) y pensó que este gas, el óxido nitroso, tendría propiedades fisiológicas, experimentando innumerables veces consigo mismo.
Tras investigar los efectos del gas purificado tras la inhalación, decidió llamarlo «gas de la risa», gas al que se hizo adicto y al que te puedes imaginar por qué le puso ese nombre.
Davy junto con muchos otros científicos de la época como James Watt (inventor máquina de vapor), eran usuarios habituales del óxido nitroso recreativo y experimental de Davy, por lo que Watt, que además era amigo de Davy, construyó una cámara de gas para que Davy y sus amigos la utilizasen para experimentar con la inhalación de óxido nitroso y sus efectos.
Uno de los experimentos de Davy quería determinar si el óxido nitroso combinado con el vino podría ayudar a eliminar o reducir el dolor de las resacas. Las notas de Davy indicaban que el gas de la risa sí ayudaba a aliviar el dolor de una resaca.
Davy describe dos efectos principales de su inhalación: euforia (acuñó el término «gas de la risa») y analgesia (alivió del dolor).
Davy sugirió la inhalación de óxido nitroso durante las operaciones quirúrgicas, sin embargo, sorprendentemente, Davy no siguió experimentando con el óxido nitroso como anestésico para ayudar a aliviar el dolor.
Lo que si consiguió Davy fue que en aquella época se montaran muchos espectáculos con el famoso «gas de la risa» cobrando a los clientes más de 25 centavos para ver a la gente ebria del gas hilarante.
En uno de estos espectáculos en 1844 que tuvo lugar en Hartford, Connecticut, entre el público se encontraba el dentista Horace Wells.
Wells era un dentista local que había dominado el arte de usar nuevos materiales para hacer dentaduras, y había buscado formas de aliviar el dolor para quitar los dientes podridos de sus paciente.
Wells observó cómo un voluntario para probar la droga inhaló el gas y bajo los efectos de este se golpeó la pierna contra un banco.
Cuando se volvió a sentar junto al Dr. Wells, parecía que no era consciente de la herida que se había causado hasta que el efecto del óxido nitroso desapareció.
Wells intuyó las posibilidades analgésicas de este gas para su profesión, y al día siguiente quedó con el dueño de la exhibición para realizar un experimento que consistió en administrarse a sí mismo óxido nitroso mientras un colega dentista le extraía una muela.
El propio Wells no sintió dolor durante la intervención, y así comenzó el uso médico del óxido nitroso (N2O) como analgésico.
Wells aprendió cómo hacer óxido nitroso y lo usó en su práctica como dentista hasta que se sintió lo suficientemente seguro como para demostrar la técnica en el centro médico más cercano, Boston.
Dio una charla a una clase de la Escuela de Medicina de Harvard y luego le administró el gas a uno de los estudiantes que, desafortunadamente para Wells, gritó cuando le quitaron un diente.
A pesar de que el estudiante no recordaba nada, Wells tomó el hecho de haber sido despedido como un charlatán (probablemente era un maníaco depresivo) y, aunque siguió usando óxido nitroso, desapareció de la escena.
El efecto intoxicarte del óxido nitroso para aliviar el dolor no duró mucho, por lo que no fue adecuado para cirugías largas o procedimientos médicos dolorosos.
William Morton (estudiante de Wells y socio posterior) que había ayudado con la demostración de la que hablamos antes, reconoció que se requería un «mejor» agente como anestésico.
También fue estudiante de medicina en Harvard y consultó, entre otros, a su profesor de química, el Dr. Charles Jackson.
La parte que Jackson realmente jugó en la decisión de Morton de usar éter por inhalación se convirtió en un tema de gran controversia, pero no hay duda de que fue Morton quien lo estudió, lo probó en animales y luego lo probó en sus pacientes.
El Dr. Morton experimentó con el éter y rápidamente se dio cuenta de su valor como Anestésico para la cirugía. Diseñó la primera máquina anestésica de la historia y ya conoces porque se le considera el inventor o padre de la anestesia moderna.
Al principio, Morton trató de mantener en secreto la naturaleza de su agente para que pudiera patentarlo, pero la ética del momento le impidió hacerlo, aunque el crédito científico era acaloradamente disputado por su profesor de química el Dr. Charles Jackson, e incluso por Wells.
La controversia entre Morton y Jackson (más tarde se unió Wells) a la primacía se prolongó durante tanto tiempo que el «Monumento Éter» que conmemora estos eventos en Boston, no lleva el nombre de nadie.
Después de varias demostraciones más de cirugía sin dolor usando éter, las industrias dentales y médicas se transformaron para siempre. Las noticias de este maravilloso y nuevo analgésico fueron distribuidas por todo el mundo.
Finalmente, el hombre había encontrado la manera de proporcionar un alivio sustancial del dolor y permitir procedimientos médicos que salvarían vidas.
En enero de 1847, James Young Simpson (1811-1870) usó el éter como una ayuda para reducir el dolor en un parto difícil en Edimburgo, Escocia, que, en ese momento, tenía una de las mejores escuelas de medicina del mundo.
Sin embargo, el éter no era en absoluto un anestésico ideal.
Simpson se comprometió a explorar el rango de otros posibles agentes anestésicos.
Finalmente encontró el cloroformo, que probó algunas veces no solo consigo mismo, sino también con algunos amigos.
James Simpson y su compañero Dunkan practicaron el primer parto sin dolor empleando cloroformo, dado que el éter ya había sido probado y provocaba efectos secundarios después de la inhalación de grandes cantidades de éter.
La madre de este primer parto estuvo tan agradecida que llamó a su hija «Anestesia».
El cloroformo era bueno, pero no tan seguro como algunos pensaban originalmente. Si hay adrenalina en el sistema, las personas tienden a sufrir un paro cardíaco y mueren. Además, hay complicaciones tardías ocasionales de toxicidad grave y mortal para el hígado, lo que lleva a una muerte claramente incómoda.
Además esto ocurre más habitualmente en los niños.
Se hizo cada vez más claro que el éter era más seguro, con algo así como 3 por 1000 ocasiones de mortalidad versus 14 o más para el cloroformo. El cloroformo se asoció con una tasa de muertes inaceptablemente alta, principalmente debido a un paro cardíaco.
El éter era más seguro, pero era altamente inflamable, por lo que no se podía usar con electrocauterio (que implica el paso de una corriente eléctrica a través de una sonda para detener el flujo sanguíneo o cortar el tejido) o cuando se monitorea a los pacientes electrónicamente.
Hoy en día, el éter sulfúrico y el cloroformo han sido reemplazados por agentes mucho más seguros y efectivos como el sevoflurano y el isoflurano.
La anestesia producida por bloqueo nervioso o anestesia regional se hizo posible después de aislar la cocaína de la planta de coca en 1860.
El Dr. Karl Koller produjo por primera vez anestesia de la piel y las membranas mucosas en 1884.
El Dr. Corning utilizó el primer anestésico epidural en 1901.
La anestesia general se hizo más placentera para los pacientes cuando el pentotal o la tiopental sódica comenzaron a usarse a fines de la década de 1930. Fue llamado el «suero de la verdad».
La relajación muscular usando curare (venenos de flechas) se demostró por primera vez en humanos en Montreal en 1942, permitiendo una profundidad de anestesia general más ligera de lo que anteriormente era posible.
En la década de 1950, la investigación de hidrocarburos halogenados como agentes anestésicos altamente inflamables y no inflamables dio como resultado la introducción de halotano y la desaparición del éter y cloroformo de la mayoría de los quirófanos.
La era moderna de la anestesia comenzó en la década de 1960, con el desarrollo de nuevos fármacos y la disponibilidad de nuevas técnicas y equipos de monitorización.
A medida que el anestesista disponía de más información sobre lo que estaba sucediendo con el paciente y el sistema de administración de anestesia, los anestesiólogos comenzaron a observar más de cerca la seguridad y el refinamiento de las técnicas.
La cirugía se extendió a procedimientos cada vez más complejos en pacientes a los que anteriormente se les podían haber negado operaciones por motivos de edad o enfermedad.
A finales del siglo XX se produjeron avances importantes en la anestesia cotidiana, incluidas las contribuciones de la tecnología informática, la microelectrónica y los avances en el campo de las drogas.
La anestesia ahora está diseñada para cada paciente en particular, sin importar si tiene diez semanas de edad o tiene cien años.
El anestesista se convierte en un miembro altamente especializado del equipo quirúrgico, que controla el ritmo cardíaco y la presión sanguínea del paciente y le administra oxigeno y dióxido de carbono según lo exigen las circunstancias.
La práctica de la anestesia general ahora ha evolucionado hasta el punto de que se encuentra entre las más seguras de todos los principales procedimientos médicos de rutina.
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